El mundo de la vida en el cuenco de la mano / Ruelas
Aguascalientes, Enero 25 (2022).- Veámoslo por el lado bueno, para algunos las tecnologías portátiles son una prótesis perfecta que trasciende horarios fijos y escritorios de oficina. En efecto, se tiene más flexibilidad para atender la gerencia, empero se enajena más, pues no ha habido una pedagogía adecuada. La resultante es un desalejamiento de amigos y familias. Por otro lado, para algunos estas tecnologías son una nano-tiranía de las cargas laborales, horarios extras en el socorrido “teletrabajo”. Lo que es unánime es que hay un síndrome del celular. Las aplicaciones son un archivo inteligente que coadyuva a realizar la agenda diaria, hasta medir perdida y consumo de calorías, medir las pulsaciones cardiacas… Empero, la pedagogía sigue pendiente. No hemos podido alcanzar equilibrio entre cargas de trabajo y vida personal. Algo nada fácil.
El talento colectivo está en las fuerzas de la individualidad, por ello podemos presumir que los talentos están distribuidos en la cartografía de la comunidad. En ella se presentan polígonos inequitativos de la enseñanza y más aun de la educación, la prueba es el impacto que las culturas tienen en 360 grados virtuales. Es una paradoja que en una injusta distribución de la riqueza la humanidad ha llegado al desarrollo por vía de las industrias del conocimiento. Para políticos esto suena a discurso de campaña. Dice Foucault que “las avenidas del poder radican en su apertura al cambio”, subraya, no aceptar como evidentes las cosas que se proponen; es preciso analizar y conocer, la reflexión y el entendimiento, avenidas que nos lleva a plaza adecuadas; además, a buscar nuevas reflexiones, hurgar lo que parece que nuca se ha pensado, se llamó a finales del siglo XX utopía. Tres principios esenciales: negación (como Popper), curiosidad, e innovación.
¡La clave está en la industria del conocimiento! Innovar ideas por vía de la curiosidad y la negación para llegar al mercado de manera eficiente y rápida el conocimiento hecho realidad. Producción de conocimiento, transferencias tecnológicas. El valor público es antecedente del capital social, es decir, un conjunto de acciones cuyo determinante sea la confianza. La velocidad de la luz ha sido el determinante inacabado de la industria de conocimiento.
En la medida que dejemos de hacernos cargo de las maneras usos y costumbres de las tecnologías de mano, seguiremos padeciendo impactos negativos de una cultura de estar-conectados a la red, al ciberespacio. La lógica de la pedagogía nos grita que el cerebro, la atención psíquica… nunca descansa, no aporta rutas de relajamiento, el cerebro es para pensar, no para almacenar datos, para ello están los ordenadores lógicos. Vivimos un mundo raro, a todo mal físico corresponde un médico especialista, pero al agotamiento intelectual no le ponemos atención, padecemos la enfermedad del siglo: estrés. Revisémoslo así, cuanto más cansancio y estrés se tiene se cometen más errores. El celular en la mano y siempre frente a la vista y en un juego de dedos sobre la pequeña pantalla es una imagen común en todos lados.
Un conjunto de estrés individual produce un estrés colectivo de rostro deforme y con ello las manifestaciones de inseguridad y desconfianza arraigadas en la comunidad. Vivir permanentemente acompañado de las tecnologías de mano sin importar el horario, circunstancias, respetos, … es un desajuste en la vida compartida. No es el caso de negar el uso o el abuso de estas tecnologías sino de empujar una pedagogía que aporte una educación al presente siglo, no en el sentido apocalíptico sino en el sentido cordial que libere el estrés como guadaña amenazante.
Los cambios tecnológicos contribuyen, de alguna o de otra manera, decididamente a las nuevas costumbres, de lo contrario, la conexión a Internet, por ejemplo, será determinada en los consultorios como un trastorno. La medida es clara, se tiene más horas conectado que soñando. A más telefonías inteligentes de celulares corresponde más información a disposición de usuarios. Revisemos el tiempo laboral en la oficina, el trabajador tiene que hacer una variedad de comunicaciones e informaciones cada día de más complejo manejo, hace una parálisis en la toma de decisiones, baja la productividad. Parálisis, baja productividad aunada al estado de somnolencia permanente frente al ordenador o frente al teléfono celular (un miniordenador) produce una ciudadanía agotada antes de iniciar el diálogo, a pesar de la conectividad y la información.
En esta trama, la sociedad de Aguascalientes es una fuente de talento y conocimiento. Se han hospedado en este territorio muchas empresas, algunas de reconocimiento mundial, este es el escenario adecuado para pensar políticas públicas para estimular, detonar, crear… empresas al ritmo de la nueva realidad. Hay condiciones para que el ensimismamiento de las personas, el teléfono de mano pase a ser un formato de nostalgia. Es de urgente resolución que las nuevas generaciones se acojan a la industria del conocimiento.